Aprovecha las segundas oportunidades: Beneficios de la Marcha Nórdica tras un trasplante.
Después del trasplante se inicia una nueva vida, en la que el ejercicio físico y la actividad son pilares del bienestar general. Una persona trasplantada no tiene impedimentos para practicar deportes; por el contrario, el ejercicio físico es totalmente recomendable, siempre con la autorización y supervisión de un médico. Las complicaciones y patologías secundarias tras un trasplante se pueden minimizar e incluso evitar a través del ejercicio físico. Recibir un trasplante es una segunda oportunidad: ¡aprovéchala al máximo!
La marcha nórdica es una modalidad de marcha en la que mediante el uso de bastones técnicos se incorpora el trabajo muscular del tren superior del cuerpo al del tren inferior.
Complicaciones secundarias asociadas al trasplante y la falta de actividad física prolongada:
El aumento de peso, debilidad muscular, poca tolerancia al ejercicio y la disminución de la capacidad aeróbica están presentes en este tipo de personas.
A esto se unen factores como el reposo prolongado en cama, la falta de ejercicio, el uso de medicamentos inmunosupresores que provocan una la pérdida acelerada de la condición física y masa muscular. (El-Agroudy, Wafa, Gheith, Shehab El-Dein, Y Ghoneim, 2004; Epstein et al., 2004).
En este punto es donde el ejercicio físico bien pautado adquiere una gran importancia, aportando una serie de efectos positivos sobre la condición física y la calidad de vida de estos pacientes.
Entre las complicaciones más importantes debemos destacar:
- El síndrome metabólico junto con una complicación de la resistencia a la insulina y un estilo de vida sedentario es común después del trasplante de órgano sólido. (Kokkinos et al., 2008; Landgraf et al., 1989; Myers et al., 2002). El síndrome metabólico está conformado por:
- Obesidad
- Hipertensión
- Dislipidemia
- Hiperglucemia
- Las enfermedades cardiovasculares también son una causa importante de mortalidad y morbilidad (mortalidad contabilizada en una grupo poblacional específico). La tasa de mortalidad a 5 años por enfermedad cardiovascular en receptores de trasplante cardíaco y renal es del 30% y el 15%, respectivamente (Barker y Jenkins, 2011; States & Transplantation, 2014), con una tasa de mortalidad general de al menos 5 a 10% veces mayor que en la población general.
Todas estas complicaciones derivadas del trasplante y su consiguiente falta de ejercicio tienen como consecuencia un deterioro en la calidad de vida del paciente trasplantado.
El ejercicio físico en los últimos años ha empezado a formar parte del proceso de recuperación en este tipo de población, incluyéndose en diferentes hospitales, clínicas y centros deportivos a través de programas pautas por profesionales cualificados. El ejercicio físico lo que pretende y, la ciencia así nos lo demuestra, es mejorar el día a día de las personas receptoras de un trasplante de órgano sólido.
Beneficios del ejercicio físico en personas trasplantadas:
- El entrenamiento físico inmediatamente después del trasplante produce una mejora en la capacidad cardiorrespiratoria. En una revisión reciente, Didsbury et al. (2013) se encontraron que la realización de un programa de ejercicio físico dentro del primer año después del trasplante cardíaco se asoció con mejoras significativas en el VO2máx general en comparación con la atención estándar, mientras que los pacientes que comenzaron el programa de ejercicios 12 meses después de la cirugía no mostraron una mejora significativa en su capacidad funcional.
- Los estudios también nos demuestran que el ejercicio físico bien pautado mejora la fuerza muscular y, además, tiene grandes beneficios. Tanto la realización de ejercicio aeróbico, como la combinación del ejercicio aeróbico y de fuerza (entrenamiento concurrente) son efectivos para que se produzca este tipo de mejora.
- Otro beneficio importante que nos aporta el ejercicio físico se debe principalmente a la mejora de la sensibilidad periférica a la insulina, mejorando el transporte de glucosa a los músculos a través de la insulina, un aumento de transporte de lípidos al hígado, una frecuencia cardíaca más lenta y un mejor funcionamiento del sistema autónomo asociado a una mejora de la condición física (Carnethon et al., 2003).
Estas mejoras inducidas por el ejercicio físico hacen que marcadores tan importantes como la presión arterial, ritmo cardiaco, diferentes parámetros en analíticas… mejoren y tengan como consecuencia en el objetivo final del paciente, un aumento de la esperanza de vida, una menor dependencia y una mejora de la calidad de vida.
Es fundamental poder aplicar esta herramienta tan efectiva en este tipo de población. Para ello contamos con un equipo multidisciplinar con diferentes profesionales del sector de la salud para que estos programas se adapten de manera acorde a cada paciente y si su situación clínica.
Fuente: https://trainsplant.com